7 de julio de 2013

SEMEyON publica libro: "A lo profundo de Kusch. Tras una ontología latinoamericana".

SEMEyON, SEmillero MEtafísica y ONtología. (2013). A lo profundo de Kusch. Tras una ontología latinoamericana. Bogotá, Nueva América & Tlamatinime. 317 págs.

Autores: Julián CÁRDENAS, Juan CEPEDA H., Viviana CHICUAZUQUE, Jorge HERRERA, Alexánder IDROBO, Rodrigo MAIDA, Carlos MORENO M.


3 de mayo de 2013

6a. y 7a. reuniones de 2013

La discusión de las últimas dos sesiones (26 de abril y 03 de mayo) se centraron en ampliar la comprensión del mestizaje como elemento central y definitorio para el hombre americano a partir del profundo análisis de los títulos “La soledosa ciudad” y  “Mestizaje mental o la superación negativa”.

La discusión inició a partir de la incidencia de lo consciente y lo inconsciente en la forma de entender lo americano, estableciendo que lo primero obedece a lo lógica occidental la cual busca imprimir una serie de condiciones para definir y encauzar otras posibilidades de existencia bajo los preceptos de una visión unidimensional de desarrollo y progreso. Bajo este precepto se posiciona la ciudad como el punto de partida para desplegar la ficción en el topos latinoamericano ya que a través de aquella aparentemente se organizan, regularizan y normalizan las relaciones  humanas constituyéndose en el espacio propicio para alcanzar el grado máximo de humanidad dejando atrás la natura. Es decir, en la medida que se niegue, se borre y se olvide el demonismo vegetal planteado en los anteriores capítulos, el americano está más cerca de su “herencia europea”.


Por otra parte, lo inconsciente es el componente principal del actuar y pensar originario, el fundamento de las poblaciones precolombinas que aun hoy en día a través del inconsciente colectivo se manifiestan en los hábitos cotidianos, lenguajes populares, el canto, la danza, las coplas, las representaciones iconográficas, etc., formas de un pensar y existir americano que aunque como se ha venido mencionado que hacen parte del inconsciente, están presentes y se manifiestan como la realidad del continente.

Sin embargo, Kusch no menciona que este último aspecto es propiamente lo americano, sino que por medio de la tensión existente entre lo consciente/inconsciente, ficción/realidad, ciudad/provincia, foráneo/autóctono, orden/desorden, lógica racional/demonismo mágico, es decir, en el mestizaje, en aquellas tensiones, es donde se encuentra la composición que define la esencia de lo americano. De esta manera se cierra la discusión, pasando al siguiente capítulo “La traición a la historia”.

5 de abril de 2013

5a. reunión de 2013


Tinku: Encuentro

Queremos redactar la memoria de este encuentro (Tinku) con una intención de trasgresión de la academia debido a que en sí mismo fue realizado fuera de las instalaciones de la Universidad con el propósito de abrir las posibilidades para comprender(nos) desde el ser latinoamericano. Curioso fue que en las últimas dos sesiones del Semillero nos hayamos dado a la tarea de volvernos nosotros mismos un círculo de palabra en el que quien ha andado otros rumbos, ya sean investigativos o ya sean de experiencias de vida, pudiera compartir como se comparte el alimento en la comunidad (Común-Unidad).

Kusch nos ha alimentado el espíritu investigativo al hablarnos del piso metafísico que es la vegetalidad, pero nos hace falta pre-comprender de alguna forma el sentido de las cosmogonías de donde puede beber el pensamiento originario para tejer el sentido ontológico. Para iniciar se tienen en cuenta algunos fragmentos de Kusch en La seducción de la Barbarie que fueron la excusa en la presentación de las apreciaciones que han surgido en los dos últimos intercambios de palabra.

Lo mestizo, más que referirse a un tipo de hombre es, entonces, una conciliación de opuesto, un recurso de la vida para conciliar desniveles, un medio apresurado de alcanzar la integridad con que la vida intenta lograr alguna forma de fijación. La Serpiente Emplumada nunca pierde por ellos su vigencia. Con la oposición entre el ave y la serpiente encuadra la realidad del continente americano (40).

Entonces, no se trata de un mestizaje dado desde el cruce de las (mal llamadas) razas humanas, sino que ese mestizaje es –incluso– precolombino, pues el Quetzacoatl (Serpiente Emplumada) es signo de esa intención de ver lo que está más allá, lo metafísico. Junto a esta particular visión de ver el cosmos, también está la manera de moverse entre esas distintas posibilidades. La pirámide de Quetzacoatl simula el movimiento de la Serpiente que asciende a otro mundo, como signo de “trascendencia”, tema que nos detuvo en la discusión por un buen periodo de tiempo.

Julián hace caer en cuenta que ciertas señales evidenciarían el cambio de conceptos como el de trascender que regularmente tiende a ser interpretado como salvación en un sentido escatológico y el indígena no construye la ciudad monumento para salvarse, sino para permitir el viaje entre esos otros mundos y aquel en el que vive. Álex precisa la cuestión argumentando que hay animales que permiten el paso entre esos mundos, entre diferentes realidades. Por ejemplo, la serpiente es un animal que aparece en diferentes cosmovisiones originarias, para el caso de los mexicas, fue el cumplimiento de dos profecías, la primera de ellas que se relacionaba con el águila, y que en la captura de la serpiente se señalaría el lugar donde debía ser construida la ciudad capital de Tenochtitlan, que tiene su realización sobre una laguna, ejemplo claro del ingenio de los indígenas quienes lograron hacer una ciudad sobre el agua con acueductos de aguas residuales diferenciados del ingreso de agua potable. Así mismo, en comunidades como la muísca y nasa la figura de la serpiente se convertirá en parte fundamental tanto de su iconografía como de su cosmovisión; como se narra en la memoria de los pueblos muiscas, particularmente en la leyenda de Bachué:

[…] Tocada el agua, Bachué, se convirtió en serpiente, para después perderse en los confines de su desconocido fondo… de tiempo en tiempo, la sagrada progenitora de la humanidad, en su nueva forma de serpiente –símbolo de sabiduría – vuelve a deslizarse con dulce suavidad sobre las serenas aguas […]

En unas conversaciones que Álex mantuvo con Julio Bonilla –ingéniero, músico y arqueo-astrono-investigador bogotano– se hablaba particularmente de la sensibilidad investigativa que mantenían las comunidades originarias con relación a los eventos astronómicos. En el caso particular de los muiscas, si se situaban en los observatorios solares, como el de Sogamoso (Suamoxi) o en la Plaza de Bolívar, en el centro de Bogotá (Bacatá) podía observarse cerca del evento del solsticio del sur (21 de diciembre) una alineación perfecta con la constelación de la vía láctea; dicha alineación, afirma J. Bonilla, tiene forma de serpiente en el horizonte y ahí puede entenderse esa relación entre la observación –científica por más– y la mitología que Occidente en su momento desprecia por ausencia de rigurosidad y su agrafía, pero lo que es claro, como se ha afirmado en varias ocasiones en el desarrollo de los encuentros del semillero, es que hay otro tipo de escritura, de discurso, de manifestación científica.

Álex hace notar la necesidad de la conceptualización y diferenciación posible entre dualismo y dualidad, argumentando que el primero de ellos significaría una división entre dos realidades, al estilo platónico por ejemplo. Donde el mundo de las ideas y de la diferencia, aunque tienen relación, están escindidas y una resulta ser tipo de la otra que no puede ser más que un recuerdo de la primera; es claro que se arriesga a un exagerado reduccionismo de la teoría de las ideas, pero simplemente es una forma de comprender esa división que perduró a través de expresiones religiosas en autores como San Agustín quien hablaba de la Ciudad de Dios y la Ciudad de los hombres como separadas y al morir el alma se separaría para ascender al cielo. Mientras que la concepción de dualidad es la unidad de dos realidades como alma y cuerpo desde la concepción tomista o como mente y cuerpo como una sola unidad inseparable por su misma configuración.

Para apoyar esta observación Julián relaciona lo que se está exponiendo con el tema de la Serpiente Emplumada afirmando que por eso debe evitarse el pensar que la serpiente sólo asciende en el juego de sombras de la pirámide, sino que hay que pensar el ir y el venir de un mundo al otro, de una realidad a la otra, porque en sí misma no es más que una sola llamada Pacha. Pero es evidente que ingresamos en algún momento a la comprensión pseudoreligiosa que se impuso, quizás puede tener un apoyo el argumento de Kusch en La Seducción de la barbarie: «Un subsuelo etnológico reprimido impone a los dominadores su propia cosmogonía» (41). Y que en la cuestión de las construcciones puede incluso entenderse como la posibilidad de la sacralización de los lugares, como afirma Álex, apoyado en la obra del argentino: «Esto se percibe claramente en la arquitectura y la cultura mayas. Por el predominio de la selva, del espacio, de la naturaleza se inicia una penetración dialéctica entre los opuestos» (41) y de ahí la posibilidad de ver en un observatorio solar, con intención de llevar la cuenta astro-nómica (νόμος) una relación con sus propios dioses.

Valioso resultó entonces presentar al semillero algunas herramientas que seguían partiendo de esta necesidad de conocer el fundamento del pensamiento originario. Para eso, Álex habla de los solsticios que demarcan los ciclos en el pensamiento arqueo-astronómico. Si se tiene la posibilidad de pararse sobre la Plaza de Bolívar en los amaneceres del 21 al 25 de diciembre y 21 al 25 de junio, se podrá apreciar un fenómeno particular: en la primera de las fechas, el sol se eleva directamente sobre el cerro de Monserrate y en el periodo de mitad de año se eleva sobre el cerro de Guadalupe, ambos santuarios religiosos junto al lugar desde donde se observa: la Catedral Primada de Bogotá. Cabe hacer la pregunta –claramente respondida en la memoria de los pueblos– acerca de la intervención del cristianismo en la desaparición de estos lugares, porque quizás, sólo quizás, pueden haber sido sitios de adoración del sol, que para la Corona Católica española era signo inequívoco de brujería, chamanería o asunto similar.

Los solsticios, volviendo al tema, muestran la unión de varios elementos de tipo astronómico. Por un lado el ciclo de forma ovoide que realiza la tierra en su recorrido anual, de donde se entiende que en una época se está muy cerca del sol y en la mitad del mismo ciclo se está en su punto máximo de distancia; por otro lado, la inclinación del planeta 23°30’, produciendo efectos de tipo visual notorios. Por ejemplo: en el solsticio del sur (21 de diciembre) se ve el sol de mayor tamaño y debido a nuestra ubicación sobre la línea del Ecuador vemos un tipo de efecto diferente a aquel observador que está ubicado en el cono sur, por ejemplo. Aquí, una imagen que permite comprender la primera parte de la situación, que hasta ahora responde al efecto visual producido por los elementos ya mencionados.



Para un observador desprevenido no habría cambio, pero para el atento indígena tenía un rasgo particular dicha situación, pues tenía relación con su espiritualidad. En la imagen que sigue puede entender dicho movimiento celeste que permitirá acercarse a otro tipo de comprensión de la relación entre las construcciones, la religiosidad y la configuración de una metafísica vegetal (natural).




En la imagen proporcionada por el planetario de Buenos Aires permite asimilar de mejor manera ese movimiento del sol y que se expuso en el último encuentro del semillero como forma de comprender esa relación que tiene el habitante de la América precolombina con su naturaleza. Ahora bien, se explica también que en Colombia estamos en un lugar favorable porque el sol tiene un movimiento casi equitativo en cuanto a las distancias recorridas por el astro, pero en países australes el sol parece irse mucho más por eso esas comunidades celebraban el regreso del sol en los inti raimy (fiesta del sol) y construían inti huatanas que eran aquellos lugares en los que se amarraba el sol por temor a que no volviera. Por eso debe tenerse en cuenta ese paso de un observación disciplinada y con carácter de norma, de ley, pero que al tiempo se fusionaba con toda una cosmogonía generando un (otro) sentido auténtico de contemplar el mundo. En el caso muisca se encuentra el templo del sol en Sogamoso (Boyacá).Quizás el más emblemático inti huatana se encuentra en Machu Pichu y pocas se comprende que no sólo es un “reloj de sol” sino que en sí mismo configura el lugar como modo de mantener al sol en su quietud (Solsticio).



Para cerrar esta presentación se hablan precisamente de esos signos que demarcan la realización de lo que se ha hablado, la relación con el sol, el paso por las diferentes realidades y en especial la simbología que se maneja ahí. Se recuerda por parte de Julián la iconografía de la Chakana, como la que permite conocer los ciclos y en sí misma es como una especie de mandala, así mismo, con relación a la Serpiente y la pirámide de Quetzacoatl, Julián también recuerda dos símbolos nasas, uno de ellos, la serpiente enrollada que simboliza el regreso al ombligo del mundo y los tres triángulos que representan el equilibrio constante que se busca en las comunidades originarias; Álex recuerda que eso es el sumaq kawsay en quechua y que se relaciona con Ayni o la reciprocidad que equilibra el mundo.

Luego de este ejercicio de compartir lo que se ha recibido por oralidad se entra a un diálogo más fraterno en el que prima la camaradería y la risa acerca de eventos que marcan el aprendizaje. Marisol y Julián nos comparten sus experiencias en Argentina, donde cada uno dio con formas de ser y de donde definen al argentino como dividido, el porteño que vive al estilo europeo y el che, el que atiende al extranjero y se hace la relación con los tambos andinos, esos lugares donde el viajero tenía hospedaje por llevar el mensaje, por ser un chaski, que era el mensajero oficial, fiel a lo que debía decir, primando entonces la oralidad en estos pueblos y el sariri, el sabio que iba enseñando. Y hay un comentario interesante, como solo Julián sabe hacerlos, pues se afirma por parte de los asistentes que muchas veces somos occidentales en nuestras apreciaciones a lo que Julián responde afirmando que creemos ser occidentales, que somos precisamente el resultado de lo que él ha llamado el palimsesto existencial, como forma de manifestar nuestra configuración actual, pues no somos más que el resultado de muchos rasgos. En otros términos, somos un tejido que se ha configurado de muchos hilos; hablamos castellano, estudiamos en instituciones de corte medieval, pero como colombianos seguimos pidiendo ñapa, tradición que en lengua originaria sería yapa, que era pedir algo más, un cambio justo en un trueque, por eso aún mantenemos algunas actitudes en la memoria de nuestros pueblos que evidencian que no estamos lejos de lo que Julián ha llamado palimsesto existencial.

Sin embargo, al afirmar que uno de esos rasgos constitutivos es la afectividad Julián reacciona manifestando que hay que borrar de alguna manera ese imaginario, debido a que no somos puro afecto, sino que también somos razón; no puede caerse en la pretensión reduccionista de algunos autores que por defender un tipo de autenticidad sesgan la posibilidad de ser razón, por ejemplo, dónde clasificar las observaciones que ya se han expresado dentro de la afectividad, son más ciencia, rigurosidad y disciplina investigativa y no pura afectividad; incluso se comprende que el mito surge luego de la observación. De la manera más jocosa Julián evoca un programa que veíamos de niños todos llamado Capitán Planeta, donde había un representante de cada continente y cada uno tenía un poder que correspondía a un elemento natural y el joven indígena del Amazonas, parece haber llegado tarde a la repartición de poderes –otro imaginario: llegar tarde a todo lado– y recibió por poder el corazón. Quizás sea el momento de superar ese concepto reduccionista del corazonar, de la afectividad, que si bien hace parte de nuestra forma de ser no es la totalidad ontológica.

Por último se reconoce que ahora se puede volver sobre el texto propuesto con una cantidad de herramientas y posibilidades que dan piso, fundamento, a la experiencia interpretativa en el encuentro (tinku) con Kusch a través de su forma de estar entre nosotros en su obra y en la próxima reunión del semillero trabajaremos el capítulo que continúa en el texto La seducción de la barbarie. No sobra decir que este encuentro se dio en una de las dos peñas de la ciudad donde al lado de los vasos con té de coca reposaban las obras de Kusch y evocando las últimas experiencias que se conocen del argentino, que invitaba a sus estudiantes a casa y como intercambio ellos llevaban el mate, o la comida, siendo coherentes con su camino de vida y su modo de ser más auténtico.



8 de marzo de 2013

4a. reunión de 2013


Hoy nos dedicamos a comprender los conceptos de Naturaleza, Paisaje, Vegetal y Metafísica.

Se empieza entonces por aquello del paisaje, comprendido ahora como el horizonte metafísico, equivalente –en  cierta medida– a la naturaleza que en sí misma tiene y mantiene una sabiduría (Cfr. p. 30 de La seducción de la barbarie) en su propia esencia. El paisaje no excluye la existencialidad del ser humano, pero como se puede revisar en la obra de Kusch no aparece aun como relación directa, eso puede llevar a intuir que la naturaleza en sí misma no necesitaría del hombre, sino que lo contiene.

En segundo lugar se define lo vegetal como demonismo, la manifestación del paisaje, su representación, un modo de lo natural en tanto que el río, la pampa, la montaña, el Ande, son en sí mismos modos de ser de lo natural por el sentido que adquieren en la manifestación misma (Cfr. pp. 27-28). Es allí donde el hombre se des-cubre a sí mismo, pues Kusch lleva a comprender que el hombre se encuentra en la angustia (Cfr. p. 33) de su finitud y al ver la naturaleza, lo vegetal, como su antagonista en el permanecer quiere hacer-se a una con aquello que permanece, porque desea superar su frustración y por eso persigue desligarse de su condición y llegar más allá que de su mortalidad (Cfr. p. 36), perpetuarse más allá de su propia naturaleza y para eso acude a la geometría.

Ahora bien, se introduce la imagen del indio y del americano. En primer lugar se relaciona al indio con la acusación de su antropofagia, así como con sus construcciones, por eso se asume que es el indio prehispánico; pero cuando se hace referencia al americano, se habla de su tradición, o los ecos de la presencia de la ficción enunciada ya (Cfr. p. 35). Es en este mismo lugar donde se abre la posibilidad para comprender tres aspectos importantes, como lo hace notar Julián, en la página 35 de la obra, hay tres aspectos que no pueden pasarse por alto: la política, la estética y la ética, que parten de la posibilidades que se le dan al americano en su reivindicación como ser humano capaz de superar la mortalidad.

Así, se cierra la sesión con la puerta abierta para comprender el mestizaje en la obra propuesta, ahora con más posibilidades al haber definido con disciplina los conceptos y términos.

1 de marzo de 2013

3a. reunión de 2013


En la sesión del primero de marzo se continuó el debate sobre el concepto de Paisaje en Kusch, el cual devela el posicionamiento de una autentica metafísica desde Latinoamérica. Para retomar el análisis de la sesión anterior Alexánder compartió una lectura del filósofo colombiano Juan Cepeda H. titulada “Ontología del estar. Tras la propuesta ontológica de Rodolfo Kusch (1922-1979)” sirviendo de base para orientar la discusión de la primera parte de La Seducción de la Barbarie, específicamente la relación entre lo vegetal y el paisaje. El grupo de trabajo llegó a la comprensión de que el paisaje invierte el logos occidental, estableciendo una relación directa con lo telúrico en el sentido que es ahí donde el ser en América cobra sentido.

 

Sin embargo, fue necesario retomar la introducción para ampliar tal comprensión ya que en este apartado se encontraron distintos elementos de gran utilidad para asumir las afirmaciones de Kusch desde una perspectiva más amplia. Kusch en la introducción manifiesta su preocupación por las condiciones que ofrece la ciudad porteña, como un ejemplo de las demás del continente, la cual aparta la búsqueda de un autentico ser en América. Elementos clave como la reiteración de Kusch por partir esta búsqueda desde un “aquí y ahora”, permite apreciar el compromiso ontológico del autor en brindar un horizonte filosófico propio desde una perspectiva americana.

 
Finalmente, para la próxima sesión el grupo de trabajo quedó en precisar la distinción entre el Paisaje, lo Vegetal y el Demonismo vegetal, para continuar con el entendimiento de lo Mestizo en Kusch.

15 de febrero de 2013

SEMEyON es citado...

Gracias a las pesquisas de Alexánder Idrobo, integrante de SEMEyON, hemos podido evidenciar que se ha citado referencialmente a nuestro Semillero en un artículo de Néstor Orlando González: Identidad y pueblos pluriétnicos latinoamericanos hacia un nuevo orden económico mundial.

¡Continuemos nuestra investigación con entusiasmo!